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Opinión | El invierno de los exámenes se acerca

Sala de estudio en la biblioteca central

por María José Cantalapiedra


"Los datos relativos al número de habitantes con estudios superiores o de estudiantes universitarios siempre muestran una brecha trágica entre Barakaldo y otros municipios"

"Las salas de estudio reabren en horario ampliado desde el 24 de abril al 9 de julio”, titulaba Barakaldo Digital el 20 de abril. El horario ampliado consiste en que permanecen abiertas desde las 8.30 de la mañana hasta las 21.00 horas, de lunes a sábado. Hay 217 puestos, 107 en la biblioteca central y el resto en la antigua escuela universitaria de Minas en Beurko.
El motivo de este derroche de salas y de horas es que se acerca el final de curso, con sus exámenes, también finales. Una primera pregunta es si no sería conveniente mantener este horario durante todo el curso y no sólo en periodo de exámenes. Una segunda pregunta es si 217 puestos para una localidad con 100.000 habitantes son suficientes.

El Ayuntamiento de Getxo anuncia, en su página web, plazas de estudio en cuatro bibliotecas, y salas de estudio en Romo y Villamonte. Se añade la apertura de aulas de estudio en el instituto Julio Caro Baroja y también en los polideportivos de Fadura y Andra Mari. Sólo ofrece el número de puestos de las bibliotecas —que suman 210—, pero es evidente que los estudiantes de dicho municipio cuentan con una oferta de locales de estudio para preparar los exámenes mucho más amplia.

Los datos relativos al número de habitantes con estudios superiores o de estudiantes universitarios siempre muestran una brecha trágica entre Barakaldo y otros municipios del llamado Gran Bilbao. Esta situación, que obedece a una multiplicidad de causas, podría explicar que nuestro municipio cuente con menor número de salas de estudio. Pero también podría argumentarse en sentido contrario.

No voy a promover la apertura de salas de estudio que emulen a los llamados aeropuertos fantasmas, con sus sillas, sus mesas, su wifi, sus lucecillas, y sin cabezas pensantes. Pero las cabezas, para llegar a ser pensantes, requieren, como diría Virgina Woolf, una habitación propia, y deberíamos asegurarnos de que los estudiantes barakaldeses no tengan que emigrar a otras bibliotecas, otras salas, otras aulas, que los acojan con sus lucecillas, sus mesas, sus sillas y sus horarios más amplios.