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Una panadería de Arteagabeitia deja para las personas necesitadas el producto que no vende

Panadería

Erlantz Sánchez

La cantidad de alimentos per cápita desperdiciada por los consumidores es de 95 a 115 kilos por año en Europa, según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO)
"Este producto que no vendo lo pago yo, pero si puedo ayudar a las personas, no lo pienso tirar a la basura"
Hace tres días que, al cerrar, deja en la persiana de su panadería una bolsa con toda la comida que ha sobrado para que “puedan alimentarse los más necesitados". Se llama Aintzane Bautista Fernández, purtugaluja de 21 años, es la responsable de la panadería Politxe, en el número 19 de la calle Arteagabeitia y ha decidido que no quiere tirar a los alimentos que quedan al final de la jornada. Desde el 13 de septiembre en la persiana de su tienda, franquicia de la empresa Alai, cuelgan al final del día los productos que no se han podido vender "en vez de tirarla a la basura como hacen en otros establecimientos”. Bautista sigue así el modelo puesto en marcha por la cafetería Positano, de Oviedo, que deja en la verja los pinchos que no han consumido sus clientes.

La red social Facebook ha sido el modo en el que esta emprendedora ha comenzado a difundir su idea. Más de 300 personas han compartido su mensaje que señala: "Sé que no es mucho pero es mejor eso que tener que buscar en la basura".

Aintzane Bautista explica que esta acción surgió por el impacto que le causó ver a personas en busca de alimento en Barakaldo. "Un día, frente a la panadería, vi a un hombre de avanzada edad con su nieto pequeño buscando en la basura. El niño estaba escondido y no quería que nadie le viese. Nos dio mucha pena y en seguida le ofrecimos comida", señala.

La joven considera que su iniciativa puede y debe ser imitada por otros comercios de la localidad. Las tiendas, en muchos casos, tiran la comida que les sobra a pesar de que hay familias que la necesitan. "Entre todos, seguro que podemos ayudar y hacer algo por solucionar a situación". De momento, confía en que la difusión de su iniciativa consiga incorporar a otros establecimiento.

"Minicruasanes, choripanes, empanadas o pan. Todo lo que no se puede usar de un día para otro ni se puede devolver es lo que dejamos para quien lo necesite", explica esta panadera.

Su familia le ha pedido cautela. "En mi casa tienen miedo de que se me formen colas en la panadería de gente pidiendo, y al fin y al cabo este producto lo pago yo, pero si puedo ayudar a las personas que pueda lo haré, no lo pienso tirar".