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Opinión | 77 años del bombardeo de Barakaldo

María Gago, en el acto de reconocimiento a las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo, en 2012

Koldobika López Grandoso | Historiador y miembro de la Comisión para la Recuperación de la Memoria Historica de Barakaldo

Este 27 de abril se han cumplido 77 años de uno de los bombardeos más agresivos contra la población de Barakaldo. El día anterior, la Legión Condor alemana había bombardeado Gernika durante más de dos horas. Muchas personas no conocían todavía la noticia sobre lo ocurrido en Gernika, pero María Gago, jefa de enfermeras de los hospitales de sangre de Barakaldo, sí que estaba al día de las noticias. Ella estaba esperando a que llegaran los heridos trasladados desde distintos hospitales cercanos al frente, para poder distribuirlos por los cinco hospitales que tenía habilitados Barakaldo durante la guerra. Tal y como contaba la propia María Gago, esa misma mañana acababan de montar un quirófano nuevo para poder atender mejor las necesidades de los heridos que se esperaban llegaran a la tarde. María decidió a eso de las 16.45 salir a la puerta del colegio de Los Hermanos, donde estaba ubicado uno de los hospitales, para esperar los transportes con los heridos. Era un día tranquilo, no había prácticamente nadie en la calle, cuando María vio cómo una joven que vivía en la calle de la Felicidad se reencontraba con su novio, un miliciano que acababa de llegar del frente. Los dos amantes se fundieron en un abrazo y comenzaron a contarse sus cosas.

En ese instante María pensaba en su propio hermano, camillero en el frente y que acababa de fallecer en acto de servicio. Una joven de 13 años, niñera de la que años más tarde sería una de las primeras mujeres medico en Barakaldo, se acercaba hacia los dos amantes que estaban en la acera de en frente.

A las 16.50, sin previo aviso, aparecieron en el aire los aviones franquistas, dando así paso a un despiadado bombardeo.

El alcalde Llaneza recibe a Franco. Foto: Manu de Orbe
El joven miliciano, más experimentado que los demás, gritó ordenando que todo el mundo se tirase al suelo y que nadie levantara la cabeza. Las bombas comenzaron a caer y una de ellas cayó muy cerca de donde el pequeño grupo se hallaba.

La joven de 13 años, según la propia María Gago, se asustó por el efecto que la bomba provocó en el aire al caer —parece ser que la onda expansiva generaba una gran corriente de aire que hacía pensar al que la sufría que le estaban golpeando con algún objeto— y levantó la cabeza. Un trozo de metralla sesgó en ese preciso instante la cabeza de la niña, rodando por la calle de Juntas Generales para abajo. Maritxu no podía dejar de estremecerse al recordar lo que le pasó a aquella pobre niña inocente.

Tras presenciar esto, María entró en el hospital a ayudar a refugiar a los heridos en el sótano del colegio. En el mismo momento en el que sacaban al último herido del quirófano, una bomba impactaba contra el techo del hospital y María quedaba sepultada bajo los escombros del renovado quirófano.

75 años después, cuando María me relataba estos acontecimientos, contaba con una gran rabia que las bombas habían destruido el nuevo material quirúrgico que acababan de conseguir, casi sin haberlo estrenado.

Maritxu no recordaba el tiempo que había estado sepultada, pero sí que recordaba que cuando lograron sacarla de allí abajo tenía todo su uniforme roto y manchado de la cal de la pared bajo la que había quedado atrapada y de sangre de sus heridas. Le costaba caminar y debía de tener la mirada perdida.

Colegio de Los Hermanos. Foto: Ayuntamiento
La gente que estaba allí pensaba que estaba en estado de shock. María era incapaz de reaccionar, cuando un silbido familiar le devolvió a la realidad. Lo que ella creía oír era el silbido que utilizaba su difunto hermano para llamarla. La noticia sobre la muerte de su hermano se la dio un herido que ella misma atendió en el hospital y que había sido testigo directo. Así que María comenzó a decir que su hermano la estaba llamando.

La gente que conocía la historia pensaba que la pobre enfermera había perdido la cabeza del todo a raíz del impacto. Pero realmente era su hermano el que la estaba llamando. Los dos se fundieron en un abrazo y celebraron el verse vivos los dos. Realmente, el hermano de María no había muerto y llegaba con una ambulancia para trasladar a los heridos del hospital de Los Hermanos a otros centros, por culpa del bombardeo.

Muchas fueron las bombas caídas en Barakaldo hace 77 años. Varias casas fueron destruidas total o parcialmente aquel día. Algunas bombas cayeron sobre las casas de los empleados. Otra cayó sobre la casa donde se encuentra hoy en día el bar El Cuervo, en la calle Juan de Garay. Todo fueron objetivos civiles, llegando, como hemos podido ver, a atacar los hospitales, que estaban claramente identificados para evitar daños.

Estos ataques contra la población civil fueron una constante durante toda la guerra, dándose el caso de que incluso una mujer que, hoy hace 77 años, estaba cerrando la puerta de su casa para ir al refugio que en los sótanos de Trueba, perdió varios dedos por culpa de una bomba y años después, en pleno franquismo, al ser preguntada por un policía y contándole ella los acontecimientos, se vio en la obligación de negar su historia y hasta recibió algún que otro golpe por insinuar que esto había sido verdad.