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El recorte de ayudas municipales dificulta el programa Vacaciones en Paz con niños saharauis

Recepción del Ayuntamiento a niños acogidos en verano. Foto: Matías Karrillo
El continua recorte en las subvenciones destinadas a programas de cooperación internacional por parte del Ayuntamiento de Barakaldo también afecta al programa Vacaciones en Paz que desarrolla la asociación Barakaldo con el Sahara-Salam. "Nos hace daño porque contábamos con un dinero para el programa que ahora no existe". Este año han sido 17 los niños que han abandonado los campamentos de refugiados de Tinduf, en el desierto argelino, para pasar unos meses en compañía de sus familias de acogida en Barakaldo y Sestao. El Consistorio todavía no ha comunicado la cuantía de la subvención que recibirá este programa, aunque la asociación teme que sea inferior a los 3.000 euros que recibieron en 2012. Pese a la continua reducción de las ayudas, Salam está dispuesta a seguir buscando formas de financiación para que los niños sigan encontrándose cada verano con sus familias barakaldesas. "Entendemos que en Barakaldo hay necesidades sociales, pero tenemos que dar una oportunidad a estos niños", señalan. Una de las madres de acogida advierte de que "no se puede dejar en la estacada a menores que viven en campos de refugiados".

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Fue en el año 1995 cuando un grupo de familias del barrio de Retuerto trajo en los meses estivales a niños que el resto del año vivían en los campos de refugiados de Tinduf, en medio del desierto argelino. Un año después se creó la asociación Barakaldo con el Sahara-Salam que año tras año ha organizado la llegada de los niños saharauis a Barakaldo. Sólo un año no se encontraron con sus familias de acogida barakaldesas por la esperanza de que se celebrase en tan esperado referéndum de autodeterminación. En estos años más de 200 niños han podido dejar durante los meses más calurosos los campamentos de refugiados para pasar unos meses de vacaciones en Barakaldo.

La asociación también puso en marcha en Lutxana un piso para acoger a saharahuis enfermos que venían a Euskadi a tratarse de sus dolencias. En 2007 los responsables de la asociación se vieron obligados a cerrar ese piso por la falta de ayudas institucionales. "Cerramos porque era imposible mantenerlo", recuerdan desde la asociación.

Desde aquel año las ayudas para el programa Vacaciones en Paz han ido disminuyendo progresivamente y el año pasado recibieron 3.000 euros. Ese dinero se destina a sufragar los gastos del vuelo de los niños, pero no sirven para cubrir la totalidad de los mismos, ya que cada billete de ida y vuelta tiene un coste de más de 600 euros.

Ese descenso en las ayudas al programa forma parte del descenso general de las subvenciones para los programas de ayuda al desarrollo y a la cooperación internacional. "Nos hacen daño esos recortes porque contábamos con un dinero para el programa que ahora no existe", denuncian desde Barakaldo con el Sahara-Salam.

Este año todavía no saben con cuanto dinero contarán. El Ayuntamiento no les ha dado la cifra que destinará al programa. En la recepción que este martes ha ofrecido el ayuntamiento a los niños saharahuis, rusos y bielorrusos que pasarán el verano acogidos por familias barakaldesas, responsables municipales les confirmaron que la ayuda estaba aprobada, pero no les dijeron una cantidad concreta. "Imaginamos que será menos que el año pasado", reconocen desde la asociación.

El temor es que la falta de subvenciones obligue a traer menos niños en años venideros, algo que la entidad no se quiere plantear en absoluto, ya que está dispuesta a seguir buscando formas de financiación que mantengan vivo el programa Vacaciones en Paz.

Si las ayudas municipales fallan —Sestao ha reducido a cero las ayudas para el programa en el municipio que también gestiona Barakaldo con el Sahara-Salam—, no así las familias barakaldesas, que cada año están dispuestas a acoger en sus casas a estos niños. "Es una experiencia que merece la pena porque, se trata de un verano enriquecedor", destacan desde la asociación que pide a la sociedad que se imagine en que condiciones pueden vivir esos niños en pleno desierto, con unas temperaturas altísimas.
"No vamos a cejar en el empeño para poder traer el próximo año a todos los que se pueda. No pretendemos cerrar el programa, y si las subvenciones institucionales fallan, buscaremos la financiación donde se pueda". De momento disfrutarán este verano con sus otros hijos, los que llegaron del desierto.