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Ainara cumple en Rontegi tres décadas de ocio integrativo para niños y jóvenes



por Adela Estévez Campos | fotos cortesía de Ainara

Ainara nació en 1979, cuando Barakaldo tenía 125.000 habitantes y muchos niños. Hoy, con 34 años, sigue en su barrio, en Rontegi, trabajando en el campo del ocio infantil y juvenil. De los que nacieron en los setenta y crecieron en los ochenta, Ainara es, de hecho, la única que queda, no hay ni rastro de las demás asociaciones de tiempo libre del municipio no vinculadas a centros escolares o instituciones religiosas. Por su local de la calle Bizkaia, junto a la biblioteca del barrio, decenas de pequeños disfrutan de las actividades, en euskera, que les proponen cada fin de semana.

Los niños de primaria y secundaria son los destinatarios del proyecto de este club de tiempo libre. En el caso de los más mayores, el límite de edad son 18 años, aunque actualmente los integrantes del grupo de "mayores", que se puso en marcha en 2011, no pasan de los 15 años, según explica el responsable de la asociación, Iñaki Cabero Merino.

Ainara, legalizada en 1986, surgió en 1979 para cubrir un espacio que entonces no atendía nadie. "En aquel momento, la base de la pirámide poblacional la ocupaban los menores de 14 años, al contrario que ahora, en que se sitúan en ella los mayores de 50 años. A pesar de ello, no existían espacios para el ocio infantil y juvenil. La iniciativa partió de militantes sociales de partidos de izquierda y de la iglesia”.

La asociación cuenta con 14 monitores —4 varones y 10 mujeres— de todas las edades. Los de 18 a 25 años trabajan como monitores y los demás colaboran en todas las actividades y se ocupan de las labores burocráticas. "Aunque todos hacen de todo", explica la voluntaria Izaskun Cuevas.

Cada dos años realizan cursos de voluntariado abiertos a todo el mundo. Algunos de los que participan optan por quedarse. Los únicos requisitos son hablar euskera y estar de acuerdo con el proyecto de Ainara. Cuevas empezó así pero no todos lo hacen. "Algunos entraron en la asociación de niños y luego pasaron a ser monitores".

Sin jerarquías. La organización "es horizontal, no hay jerarquías, las decisiones se toman entre todos, lo cual permite un alto nivel de experimentación, ya que las propuestas de todos se debaten y se prueban”. El ocio integrativo en euskera el ámbito de acción de este club de tiempo libre que atiende a todo tipo de niños, con el único límite de la edad. Los viernes y sábados abre la ludoteca para los pequeños de 17.00 a 19.00 horas y el local para los mayores lo hace de 18.00 a 20.00 horas.

En la ludoteca se organizan talleres, cuentos y juegos en torno a un tema determinado de cultura o naturaleza. "Estuvimos trabajando sobre el universo y los planetas, con talleres para hacer estrellas y en estos momentos estamos centrados en la mitología. En uno de los locales de la ludoteca tenemos un área de psicomotricidad y en el otro un ping pong, un futbolín y un espacio libre", señala Izaskun Cuevas.

En cuanto a las actividades del grupo de los mayores, que se desarrollan en un nuevo local que está a la espera de ser decorado por los propios chicos y chicas, no sigue un tema prefijado. "Se hacen juegos cooperativos, el día de la puntería, cómic en euskera, twister y guerras de agua; talleres de grafiti y de masaje; y salidas al cine, a la playa o al monte, entre otras muchas cosas".

En verano realizan campamentos en Lastur, Beire, Espartza o Bernedo, talleres en el albergue de Trucios que gestiona Ainara y campos de trabajo.

El club Ainara también actúa en su barrio, en Rontegi, participando activamente en todas las celebraciones populares. Sale a la calle en Carnaval con una charanga, los chicos mayores disfrazados de cabezudos y los pequeños con grandes mantas con las que van de casa en casa pidiendo galletas y chocolate. Al finalizar, un grupo de madres voluntarias hace tostadas para todos.

En San Juan, vuelve a echarse a la calle con chistus y una fanfarria. Tras cantar en la plaza, se hace la quemada y después los voluntarios hacen una chocolatada. Por fin, en Navidad, cantan al Olentzero con distintas paradas por todo el barrio para después de quemarlo y acabar con la tradicional chocolatada.

Iñaki Cabero explica que el propio club financia la mitad de sus gastos gracias a los fondos que consigue con el alquiler de uno de sus locales para actos, el montaje de alguno de sus cuatro castillos hinchables en las fiestas, el alquiler del albergue cuando no está ocupado por los niños y la organización de campos de trabajo y campamentos. El otro 50% del presupuesto es sufragado con subvenciones del Gobierno Vasco y del Ayuntamiento de Barakaldo.

La asociación ha pasado en estos 34 años de unos primeros tiempos con muchos voluntarios y muy pocos recursos a la situación actual, en el que cuentan con buenas infraestructuras y mejores recursos, pero menos voluntarios.

"Muchas asociaciones de otros barrios han ido desapareciendo sin que aparecieran otras nuevas, con lo que a nuestra agrupación ha empezado a venir gente de otras zonas", explica Cabero. Por este motivo, el ábito de atención se ha ido ampliando desde el barrio a Barakaldo, a Bizkaia, al País Vasco e incluso hacia Europa, de donde salen los proyectos de intercambio con asociaciones polacas, alemanas, macedonias, entre otras.

"El éxito de los grupos depende de que haya buenas relaciones, de que la gente disfrute y de que la dinámica sea positiva. Los grupos tienen que ser acogedores con los recién llegados", señala Cabero para animar a la participación en este proyecto.